Publicado por David Prado Cervera
En la actualidad, el Estado sigue teniendo el poder de tomar decisiones en materia de comercio y seguridad, tal como se representa en la icónica portada del libro «El Leviatán», una obra occidental influyente y clásica en la filosofía política. Es esencial comprender el contexto de Hobbes antes de abordar el punto central del libro, y la Dra. en Filosofía, María Gaiada, de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, también lo señala.
En «El Leviatán», el filósofo Thomas Hobbes explora el concepto de Estado y su formación, comparándolo con un hombre artificial creado por la voluntad humana. Para entender este concepto, es importante comprender otros dos aspectos fundamentales a lo largo del texto.
Homo homini lupus: El hombre es el lobo del hombre
Tras presenciar las terribles atrocidades y crueldades de la Guerra Civil Inglesa, Hobbes se dedicó con ahínco a buscar principios racionales sólidos que pudieran fundamentar un régimen estable. En su visión, el estado de naturaleza, caracterizado por la falta de gobierno, representaba una situación de guerra constante, donde prevalecería el caos y la imposibilidad de alcanzar una vida civilizada.
Hobbes sostenía que solo un gobierno con un poder centralizado y firme podría evitar caer en ese perpetuo conflicto. La célebre frase en latín «homo homini lupus» retrata de manera contundente esta idea, transmitiendo que los seres humanos son criaturas predispuestas a atacarse mutuamente si no existe una fuerza superior que imponga restricciones a sus brutales instintos. En su concepción, el gobierno ejerce el papel de esa fuerza superior que controla los impulsos violentos y garantiza la cohesión social y la estabilidad.

Por supuesto, el costo de establecer un gobierno con poderes concentrados es la renuncia a cierta libertad individual preconcebida desde el estado de naturaleza. En el estado de naturaleza, los individuos poseen una libertad absoluta pero también se encuentran expuestos a la inseguridad y la violencia constante, ya que cada uno puede actuar según sus propios deseos y necesidades, sin restricciones ni leyes que los regulen.
La metáfora del Estado como un ente construido mediante pactos y contratos entre individuos, con el soberano actuando como el alma que le da vida y movimiento, permite a Hobbes examinar aspectos esenciales del Estado, como el Derecho de Naturaleza y las Leyes de Naturaleza que rigen las acciones de los individuos en su estado previo a la sociedad civil.
El concepto del Estado de Naturaleza nos lleva al escenario de una guerra constante de todos contra todos, una suerte de «autómata» impulsado por pasiones y deseos individuales, sin un orden social establecido. Esta visión resalta la perspectiva liberal de Hobbes, ya que aborda los derechos individuales, un aspecto que la filosofía política occidental no había enfocado con tanta intensidad hasta la Ilustración. En este período, filósofos políticos liberales como John Locke o Rousseau enfatizarían los derechos políticos y civiles, incluyendo la libre expresión, el pensamiento y el culto.
Sin embargo, Hobbes se centraba en el punto fundamental del Estado: la garantía de seguridad. Esta prioridad se forjó en una época caótica y marcada por la guerra, llevándolo a pasar por alto conceptos que se desarrollarían más tarde. Aunque no anticipó estos conceptos, su énfasis en la seguridad se mantiene como un pilar central en su teoría estatal.
Se explica, que para establecer una sociedad civil, se establece un pacto en el cual los individuos ceden ciertos derechos y libertades a cambio de seguridad y protección. Un ejemplo contemporáneo de este pacto social podría ser el contrato implícito que los ciudadanos aceptan al vivir en un país y someterse a sus leyes y autoridades gubernamentales a cambio de protección y estabilidad.
Hobbes destaca la importancia del soberano como legislador y su papel en el mantenimiento del Estado. Siendo el «artífice» del Estado, el soberano tiene el poder de promulgar leyes que establezcan el orden social y guíen el comportamiento de los ciudadanos. Sin embargo, es crucial que el ejercicio del poder soberano sea justo y equitativo para evitar malinterpretaciones y asegurar la equidad en su aplicación. Un ejemplo contemporáneo podría ser el sistema legal y el papel del presidente o primer ministro en la promulgación de leyes que garanticen la justicia y el bienestar para todos los ciudadanos.
Por supuesto que trasciende la diferencia del absolutismo de aquella época -que defiende Hobbes- y el sistema democrático (con sus limitantes, obstáculos y carencias) en la actualidad. Estos valores parten dos siglos más tarde, con una Europa reformada y post renacentista, factores culturales y políticos que cambiaron el rumbo del pensamiento liberal. De garantizar el orden y la seguridad, el Estado ha evolucionado sus funciones como garantizar los derechos civiles y políticos. Este fenómeno puede analizarse hasta en el Derecho, donde vemos que se evolucionó desde Derechos Políticos y Civiles (DPC) a Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales hasta los Derechos Humanos que conocemos en la actualidad.
De vuelta al punto central, Hobbes también advierte sobre las «enfermedades del Estado» que debilitan o amenazan su existencia. Estas pueden incluir la falta de poder absoluto del soberano, la división del poder soberano o la corrupción en el gobierno. Un ejemplo contemporáneo podría ser la polarización política y la falta de consenso entre diferentes facciones dentro de un país, lo que puede debilitar la capacidad del Estado para tomar decisiones efectivas y mantener la cohesión social.
El título de esta reseña, con respeto al autor clásico de la filosofía y ciencia política, alude a dos puntos clave en el Leviatán: en primer lugar, el concepto de Estado Civil como el estado deseado para lograr la paz en contraposición al Estado de Naturaleza, caracterizado por la guerra. En segundo lugar, la importancia de las contribuciones conceptuales y teóricas. Comprender el contexto del Estado de Naturaleza de Hobbes, un escenario de constante conflicto, ofrece una base para interpretar su enfoque en la seguridad estatal. Aunque no anticipó todos los derechos individuales, su énfasis sigue influyendo en el equilibrio entre seguridad y libertades, siendo relevante para analizar los desafíos contemporáneos en política y sociedad que a más de cuatro siglos, se continúa debatiendo diversas funciones del Estado, pero nunca el de seguridad.
En conclusión, la obra «El Leviatán» de Hobbes ofrece una perspectiva interesante sobre el Estado y la naturaleza humana, utilizando metáforas de hombres artificiales y autómatas para ilustrar sus conceptos. La idea de pacto y contrato social como base para la formación del Estado sigue siendo relevante en la política contemporánea, al igual que la importancia del liderazgo efectivo y la comprensión de la naturaleza humana para el mantenimiento de una sociedad justa y equitativa.
Escrito en septiembre de 2014 para clase de Ciencia Política en la Universidad de Guanajuato. Reescrito en julio 2023.
Referencias bibliográficas
Gaidad, M. (2011). Thomas Hobbes, Leviatán y la Naturaleza de la Guerra, Guerras Civiles y de Conquista. De Boletín del Centro Naval. Núm. 829. Obtenido en: https://www.centronaval.org.ar/boletin/BCN829/829GAIADA.pdf
Hobbes, T. (1980) Leviatán: o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil./Thomas Hobbes; trad. de Manuel Sánchez Sarto. – 2ª ed.- México: FCE_1980. ISBN: 978-968-16-0225-3








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