Camila Calderón y Fernanda Gómez: Una mirada a la perspectiva de México y Rusia en política exterior

La política exterior no es solo diplomacia o protocolo, es la forma en que un país se posiciona frente al mundo y decide qué papel quiere jugar en él. Hay Estados que construyen sus relaciones desde la cooperación y el derecho internacional, y otros que lo hacen desde la fuerza y la estrategia geopolítica. México y Rusia representan dos caras muy distintas de esa misma moneda.

 La política exterior es la manera en cada país se relaciona con el mundo y protege sus intereses, dichas relaciones no son iguales para todos los países ya que cada uno desarrolla su propio estilo de política basado en su historia, ideales, etc. Algunos países llevan su política exterior desde una visión donde se prioriza la paz, diálogo y cooperación, hay otros que utilizan el poder y la influencia . México y Rusia representan un claro ejemplo de esto ya que cuentan con enfoques diplomáticos muy distintos, mientras México es conocido por ser un país que promueve el diálogo y el respeto al derecho internacional, Rusia es conocido porque el poder y la estrategia son el recurso principal de su política exterior.

México ha mantenido una política exterior basada en los principios de la Doctrina Estrada (que defiende la no intervención y el respeto a la soberanía de los países), que ha sido parte de su identidad diplomática desde hace muchos años. El país ha buscado ampliar y diversificar sus relaciones exteriores más allá de Estados Unidos, reforzando vínculos con América Latina, con Europa y con Asia para reducir la dependencia económica de un solo socio. Asimismo, la política mexicana se ha enfocado en temas globales como los derechos humanos, la migración y el medio ambiente, en donde muestra un papel activo, pero quizá no tan notorio como el de las grandes potencias. Su política exterior se basa principalmente en una diplomacia pacífica cultural, la cooperación y el multilateralismo para construir nuevas relaciones y generar beneficios al país.  

Por otro lado, la política exterior de Rusia se centra en afirmar su papel como potencia mundial, defenderse de lo que considera injerencias occidentales y fortalecer alianzas con países que no pertenecen a la órbita de Estados Unidos y Europa. Tiene un tono confrontativo, reactivo y de supervivencia, percibe al sistema internacional como un espacio de competencia y conflicto donde debe defender su soberanía con firmeza, incluso con el uso de la fuerza si es necesario. 

Por ejemplo, en el conflicto Palestina-Israel, la visión rusa seguramente estaría atravesada por sus tensiones con occidente. Rusia tendería a usar el conflicto como un tablero geopolítico más, apoyando posturas que contrarresten la influencia estadounidense en Medio Oriente. Frente a las imágenes y testimonios de lo que ocurre en Gaza y en Israel, nos resulta inevitable pensar en las personas, en los niños y las familias que son las verdaderas víctimas de decisiones políticas tomadas muy lejos de ellos. 

En conclusión, México y Rusia representan dos modelos de política exterior muy distintos: uno pacífico, que apuesta por el multilateralismo, la cooperación y el diálogo; y otro que es más unilateral, recurriendo al poder y a la confrontación ante otros estados. Estos contrastes reflejan las diferencias en poder y además también la visión que cada país proyecta. Es importante recordar que cada decisión internacional tiene consecuencias humanas reales, es por ello que cómo mexicanas, nos parece valioso que nuestro país insista en la necesidad de diálogo y negociación, porque aunque parezca ingenuo, es la única manera de romper el ciclo de violencia que lleva décadas, ya que, a diferencia de lo que se cree, promover la paz no es un signo de debilidad, si no de responsabilidad política.

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